Cada vez hay más personas que sufren heridas que no cicatrizan, gracias a afecciones como la obesidad, la arteriopatía periférica y, por supuesto, la diabetes. Sin el tratamiento adecuado, las heridas pueden provocar una infección grave, la amputación de una extremidad o un tejido, e incluso pueden ser mortales.
Las heridas pueden ser de dos categorías, agudas o crónicas. Una herida aguda puede deberse a un traumatismo, una quemadura o una intervención quirúrgica; mientras que una herida crónica es aquella que no se cura en dos o tres semanas tras recibir los cuidados adecuados. Entre los tipos de maderas crónicas se encuentran las úlceras arteriales, las úlceras del pie diabético, las heridas por presión (úlceras de decúbito) y las úlceras venosas crónicas.
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